jueves, 17 de diciembre de 2009

El cambio dinástico del siglo XVIII: Las reformas internas.

La llegada de Felipe V a España supuso la introducción de la forma de gobierno del absolutismo monárquico, cuyo mejor ejemplo fue el abuelo del rey, Luis XIV. Todos los poderes se concentraban en el monarca, que era gobernador, legislador y juez. Además el sistema administrativo estaba unificado y centralizado.

Por lo tanto en España hubo que reorganizar la administración central, para que el rey fuera el único depositario del poder político y para que todos los funcionarios que detentaran cargos de gobierno fueran sus representantes.

Los Consejos de la época de los Habsburgo fueron sustituidos por secretarios de despacho, normalmente fueron seis, aunque hubo diversos cambios durante el siglo. Fueron las secretarias de Guerra, Marina, Hacienda, Justicia, Estado e Indias. Todos los secretarios eran nombrados y destituidos libremente por el rey, de quien les provenía toda su autoridad.

Los consejos fueron perdiendo su importancia, además algunos de ellos eran innecesarios al perderse los territorios de los que eran competentes, como Flandes o Italia y desaparecieron. El único que mantuvo cierta importancia fue el de Castilla, que absorbió al de Aragón. Durante el siglo XVIII el Consejo de Castilla fue un órgano consultivo pero también actuaba como Alto Tribunal de Justicia. Sus miembros, presidente y fiscales, emitían informes sobre cuestiones de gobierno interior. Sus componentes eran importantes miembros de la Administración o juristas, todos ellos nombrados por el rey.

Durante el reinado de Felipe V el gobierno estuvo en manos de destacados personajes de la Corte. Mientras duró la guerra, hubo una especie de Gobierno provisional, donde destacaron los consejeros de origen francés como Jean de Orry, el vizconde de Amelot o la intrigante figura de la princesa de los Ursinos. Sin embargo, el segundo matrimonio del rey, en esta ocasión con la dominante Isabel de Farnesio, tuvo como consecuencia la el predominio de la reina en todos los asuntos políticos, aprovechando el carácter abúlico del rey. Durante este periodo destacan las figuras de Julio Alberoni, cardenal y obispo de Málaga, y el barón de Ripperdá, un aventurero e intrigante holandés de ascendencia catalana. Afortunadamente a finales del reinado comienza la actuación de verdaderos ministros con formación jurídica. Destacan José Patiño, que mejoró la Hacienda y engrandeció la Marina, y José del Campillo mercantilista que mejoró la Hacienda y el comercio con las Indias.

En el reinado de Fernando VI cabría destacar al marqués de la Ensenada, que ostentó cuatro secretarías, Hacienda, Guerra, Marina e Indias y que fue un gran reformador, pese a sus ideas conservadoras. Gracias a él se firmó el Segundo Pacto de Familia en 1743, se creó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando o sobre todo se intentó en la aplicación del catastro en Castilla (catastro del marqués de la Ensenada) Además hay que mencionar a José de Carvajal que destacó en sus funciones como secretario de Estado.

El reinado de Carlos III se inaugura con dos ministros italianos, Jerónimo Grimaldi, pero sobre todo el marqués de Esquilache (Leopoldo de Gregorio) cuyas reformas desembocarían en el motín de 1766. Además destacan los ministros españoles Campomanes, el conde de Aranda y el conde de Floridablanca, todos ellos destacados representantes de la Ilustración española.

Carlos IV mantendría al conde de Aranda y además destacaría Jovellanos, aunque la figura indiscutible de este reinado fue Manuel de Godoy.

Por su parte las Cortes de la corona de Aragón fueron abolidas, siendo sólo convocadas las Castellanas desde 1709, aunque las Navarras se mantuviesen. Su función fue la de de discutir las peticiones que presentaba el rey y jurar al heredero de la Corona, el príncipe de Asturias.

La administración provincial sufrió importantísimos cambios. Se puede hablar de una unificación política que en la práctica era una centralización. Todos los antiguos reinos de la Corona de Aragón perdieron sus fueros, privilegios, exenciones y libertades. Felipe V decidió tales medidas por haberse sublevado en su contra, como legítimo rey al cual habían prestado juramento. En todos ellos se aplicarían las mismas leyes que en Castilla, son los Decretos de Nueva Planta de 1707 para Valencia y Aragón, de 1715 para Mallorca y de 1716 para Cataluña. Sin embargo Navarra mantuvo todos sus fueros, usos y costumbres y hasta sus propias Cortes, por haber permanecido fieles al rey, al igual que las Vascongadas que conservó sus privilegios fiscales por idéntico motivo.

Las nuevas autoridades establecieron una nueva división territorial en provincias, no exactamente iguales a las actuales. Al frente de cada una de ellas estaba un capitán general, que ostentaba el mando de las tropas de dicha demarcación y ejercía los poderes políticos y administrativos. Para asesorarle había una Audiencia, la cual además seguía teniendo competencias judiciales, ejerciendo como un tribunal de justicia. Para fiscalizar la administración se implantó la figuran francesa del intendente, que desempeñaba entre otras funciones las de Hacienda y además era el alcalde de la capital.

La Hacienda

A raíz de la reforma administrativa se realizó una reforma impositiva. Con motivo de los Decretos de Nueva planta en la antigua corona de Aragón se había establecido el catastro, obra de Patiño en Cataluña a partir de 1714, Talla en Mallorca, Única contribución aragonesa o el equivalente valenciano. Se establecía un cupo anual que debía pagar cada provincia y se repartía su pago de acuerdo a la riqueza agraria, comercial e industrial, sin excepción ninguna. Además los antiguos impuestos pasaron a ser recaudados por la Hacienda real.

Los resultados fueron tan buenos que se intentó implantar en Castilla, sin embargo el proyecto de catastro del marqués de la Ensenada tropezó con la oposición de los estamentos privilegiados, que inundaron la secretaria de recursos y reclamaciones.

Para aumentar los ingresos del Estado La Hacienda se recurrió a los sistemas tradicionales. Se crearon nuevos monopolios y Compañías privilegiadas, se acudió a los estancos, como el del mercurio, tabaco o sal, y se procedió a la emisión de vales reales, creándose en 1782 el Banco de San Carlos. Además en 1763 se introdujo la lotería.

En el último tercio del siglo XVIII se llevaron a cabo diversas medidas liberalizadoras de la economía:

En 1765 se decreto la libertad de precios y circulación para los cereales.
En 1778 se aprobaba la libertad de comercio con la Indias para todos los puertos españoles.
En 1783 se declaró la honradez de todas las profesiones.
En 1790 se dio libertad para ejercer cualquier oficio sin tener que pasar el examen del gremio.

El Ejército y la Marina

Durante el siglo XVIII se acometió una importante reforma de ambas instituciones, que si bien no ostentaría una hegemonía como en siglos pasados, si que permitieron a España situarse a un buen nivel dentro de las potencias europeas.

Felipe V eliminó los tercios, adoptando el modelo francés de regimientos, sin embargo la principal reforma se debe a Carlos III con sus reales Ordenanzas de 1768, que permitieron la creación de un ejército profesional basado en un sistema mixto de levas forzosas y regimientos mercenarios de extranjeros, valones, suizos o irlandeses, totalizando unos efectivos superiores a los 85.000 hombres.

La Marina fue una obra colectiva, donde destaca José Patiño, se crearon tres departamentos marítimos: Ferrol, Cartagena y Cádiz, con arsenales y astilleros en todos ellos, además se creó un cuarto en La Habana donde se construiría el mayor barco de todo el siglo XVIII, el Santísima Trinidad de nada menos que cuatro puentes. A finales de siglo la flota española se encontraba entre las mejores de su época, durante ese siglo se construyeron o compraron 262 navíos y más de 200 fragatas, en total 904 buques de toda clase.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Manifiesto En defensa de los derechos fundamentales en Internet

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de Internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que:

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

martes, 1 de diciembre de 2009

La Guerra de Sucesión española. 1702-1714

A finales de siglo XVII dos potencias se disputaban la hegemonía continental: Francia y el Sacro Imperio. En este contexto internacional la más que clara muerte del rey de España Carlos II sin descendencia sería objeto de disputa internacional.



Dos eran los posibles pretendientes y sucesores del monarca español. Por una parte el archiduque Carlos de Austria, segundo hijo del emperador Leopoldo I, el cual aseguraría la continuidad de la casa de Habsburgo en el trono peninsular. El otro pretendiente era el príncipe Felipe de Anjou, nieto de Luis XVI y de la infanta española María de Austria, hermana de Felipe IV. Esta opción suponía una total inversión de las política española desde tiempos de Fernando el Católico, además de la llegada de una nueva dinastía.

Tras numerosas intrigas de corte, donde destacan las figuras del conde de Oropesa o del cardenal Portocarrero, Carlos II finalmente declaró como su legítimo heredero, poco antes de su muerte el 1 de noviembre de 1700, al príncipe francés. Se creía que de esa manera sería posible mantener la integridad de la monarquía y acabar con el constante peligro de la poderosa Francia, Luis XIV ya había firmado anteriormente dos acuerdo de reparto de los territorios europeos con otras potencias y desde 1659 las sucesivas guerras con Francia habían terminado en paces desfavorables. De todas formas la designación de Felipe tenía dos limitaciones, por un lado que las coronas de España y Francia no debían unirse nunca en la misma persona y por otro la obligación de preservar la integridad territorial de las posesiones españolas.

Inicialmente nadie, ni a nivel nacional ni internacional, salvo Austria se opuso a la designación de Felipe V como rey de España. Pero pronto las potencias europeas recelaron del inmenso poder que suponía la unión de las que habían sido las dos mayores potencias continentales de los últimos siglos, si bien no en la misma persona si perteneciendo a la misma dinastía, la casa de Borbón. Así en 1701 se constituyó la Gran Alianza de La Haya, formada por Austria, Inglaterra, Países Bajos y Dinamarca. Posteriormente se unieron a ella Portugal, Prusia y Saboya, pese a que el duque de esta última era suegro del nuevo monarca español. En 1703 los miembros de la Gran Alianza declararon la guerra a Francia y España, iniciándose la Guerra de Sucesión española. En 1703 el archiduque Carlos de Austria fue proclamado solemnemente en Viena rey de España con el título de Carlos III.




En el plano internacional la Guerra de Sucesión fue un conflicto bélico que unió a casi toda Europa contra Francia y las posesiones españolas. Pero en España supuso un enfrentamiento entre los Estados de la Corona de Aragón, que pese a haber reconocido formalmente a Felipe V como su legítimo rey, tras jurar este frente a las correspondientes cortes, prefirieron cambiar de monarca y pasarse al bando austriaco, y la Corona de Castilla que permaneció fiel y leal a su rey, incluida Navarra.

Las primeras batallas se produjeron cuando las tropas austriacas atacaron las posesiones españolas en Italia, a donde se trasladó en persona el nuevo monarca. Por su parte Francia decidió atacar el corazón del imperio, pensando que las tropas de la Gran Coalición se encontraban ocupadas en el Norte de Italia y en el Flandes español. Sin embargo, los franceses fueron derrotados en 1704 en Blenheim por un ejército al mando del duque de Malborough. Además en 1706 tras la derrota de Ramillies se perdía el control sobre Flandes. No fueron mejor las cosas en Italia donde tras unos limitados éxitos hispano-franceses se perdía el ducado de Milán y hasta el reino de Nápoles.

A nivel interno las cosas comenzaron a cambiar en 1704, una flota anglo-holandesa al mando del almirante británico Rooke desembarcaba un ejército en Lisboa, además ese mismo año ocupaban la plaza de Gibraltar en nombre del rey de España, Carlos III. Al año siguiente, 1705, un ejército aliado desembarcaba en Valencia y Cataluña que se rebelaban contra Felipe V, el cual desembarcaba en Barcelona entre los vítores de sus nuevos súbditos. En 1706 también cambiaban de bando Aragón y Cataluña. Las razones para esta traición habría que buscarlas en el marcado carácter anti francés de toda la Corona de Aragón, enemigos tradicionales desde el siglo XII y en el hecho de que en 1706 la guerra parecía que tomaba un marcado rumbo a favor de las armas austriacas. Por su parte Castilla y Navarra permanecieron fieles al rey.




En 1706 dos ejércitos aliados, uno operando desde Portugal y el otro desde Aragón consiguieron hacerse con el control temporal de la capital, Madrid, a donde llegó el archiduque Carlos que tomo posesión oficial del Real Alcazar. Pero al año siguiente las tropas hispano-francesas al mando del duque de Berwick derrotaban decisivamente a los aliados en Almansa, lo que suponía la pérdida por parte de los austriacos del dominio de Valencia y Aragón, además ambos reinos vieron desaparecer sus fueros, privilegios, leyes e instituciones “por el rebelión que cometieron”, según reza textualmente en el Decreto de Nueva Planta firmado por el rey. A partir de entonces la guerra a nivel nacional se decantaba a favor de las armas españolas. Se producían las victorias de Brihuega y en 1710 la de Villaviciosa.




Sin embargo el final de la guerra se produciría como consecuencia de acontecimientos ocurridos fuera de España que nada tenían que ver con lo militar. En 1705 moría el emperador Leopoldo I, sucediéndole su hijo José I que moriría sin descendencia en 1711, su sucesor fue su hermano, el archiduque Carlos. Esta nueva situación hizo que Inglaterra en primer lugar, y el resto de aliados perdiesen el interés en defender los derechos de Carlos III. Ya no se trataba de evitar una hegemonía de la casa de Borbón, sino favorecer la aparición de ni más ni menos un nuevo siglo presidido por un poderosísimo emperador de Austria, la reedición de la época de Carlos V. Así los contendientes concluyeron en primer lugar la paz de Utrech en 1713 y posteriormente la paz de Rastatt en 1714.

Las consecuencias de esta guerra fueron tan importantes que marcarían el transcurso de todo el siglo XVIII al establecer un nuevo mapa europeo. Los grandes beneficiados fueron Austria e Inglaterra. La primera se quedó con la mayor parte de los territorios europeos de la monarquía hispánica el Milanesado, Flandes, Nápoles y Sicilia. Inglaterra obtuvo Gibraltar, Menorca y Terranova, pero sobre todo la exclusividad en el Asiento de Negros, es decir el monopolio del tráfico de esclavos con la América española, y la autorización para enviar un navío para comerciar con las Indias, el navío de permiso. Saboya recibió como premio una importante ampliación territorial, incluida la isla de Cerdeña y el título de rey para la casa reinante.



Sin duda la gran perjudicada fue la Monarquía hispánica. La pérdida de sus posesiones europeas y las concesiones económicas hicieron que España se convirtiese en el siglo XVII en una potencia que nunca más pudo recuperar su posición de antaño. A nivel interno los cambios fueron profundos e importantes. La rebelde Corona de Aragón vio desaparecer completamente todos sus privilegios políticos y económicos, para ser administradas exactamente igual que Castilla. En España además se implantó el modelo francés tendente al absolutismo monárquico.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid

Entre todos construimos la historia de Madrid
Ente todos hemos creado el Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid,
un gran proyecto colectivo.
Una gran historia contada foto a foto, a partir de las imágenes que los ciudadanos
de la Comunidad de Madrid hemos recuperado de nuestros álbumes familiares:
Aquellas que mejor cuentan nuestra vida, la de todos, la de Madrid.
Porque detrás de estas fotos está cómo fuimos, cómo somos y cómo seremos.
Está nuestra forma de vivir y nuestra proyección hacia el mañana.

El Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid, abarca desde el comienzo de la fotografía
a mediados del siglo XIX hasta finales del siglo XX, momento en el que nace la fotografía digital.

lunes, 23 de noviembre de 2009

La crisis de 1640

Introducción:


Como consecuencia de las continuas guerras que la monarquía afrontaba en Europa la década de 1640 constituye un periodo de revueltas y sublevaciones internas de gran importancia.


Con la llegada al trono de Felipe IV en 1621, se retoma la guerra contra los Países Bajos tras la Tregua de los Doce Años y se entra en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) ayudando al Imperio austriaco.


El valido, el conde-duque de Olivares, crea la Junta de Reformación, que redacta el Gran Memorial, y decide crear la Unión de Armas, un Ejército de 140.000 hombres al que Castilla y las Indias aportarían 44.000 soldados, Cataluña, Portugal y Nápoles 16.000 y Sicilia, Valencia y las islas del Mediterráneo 6.000.


En Castilla, el Rey tiene poder para reunir tropas y dinero, pero en otros Estados es necesario convocar Cortes en 1626.


De Aragón y Valencia obtuvo el costear 2.000 y 1.000 soldados al año durante 15 años, mientras que en Cataluña los diputados exigen la discusión de los Memoriales de Agravios antes de cooperar. El Conde-Duque, indignado, abandona Cataluña sin cerrar Cortes.


CATALUÑA:

En 1639 Olivares elige deliberadamente a Cataluña como frente para atacar a Francia e intentar que Cataluña contribuyese a los esfuerzos militares. Un ejército de unos 9.000 soldados pasó el invierno en el frente catalán que debe mantenerlo, provocando numerosos enfrentamientos y conflictos.


Así, el 7 de junio de 1640, se produce el Corpus de Sangre: un grupo de segadores sublevados asalta el palacio del virrey, el conde de Santa Coloma, y lo asesina.


Pau Claris convoca la Junta de Brazos y Cataluña se declara como una república independiente bajo la protección de Luis XIII (Pacto de Ceret) y el 23 de enero de 1641 reconoce a Luis XIII como conde de Barcelona. Había durado una semana.


Olivares envía un ejército de 20.000h para recuperar Cataluña, pero es derrotado por las tropas franco-catalanas en la batalla de Montjuic.

Cataluña se encontró siendo el campo de batalla de la guerra entre Francia y España e irónicamente se pasaron a la situación que durante tantas décadas habían intentado evitar: Sufragar el pago de un ejército y ceder parcialmente en su administración a un poder extranjero, en este caso el francés. La política francesa respecto a Cataluña estaba dominada por la táctica militar y atacar Valencia y Aragón.

Luis XIII nombró un virrey francés y llenó la administración catalana de conocidos pro-franceses. El coste del ejército francés para Cataluña era cada vez mayor, y cada vez más se mostraba como un ejército de ocupación. Mercaderes franceses comenzaron a competir con los locales, pero favorecidos por el gobierno francés que convirtió a Cataluña en un nuevo mercado para Francia. Todo esto, junto a la situación de guerra, la consecuente inflación, plagas y enfermedades llevó a un descontento de la población que iría a más conscientes de que su situación había empeorado con Luis XIII respecto a la que gozaban con Felipe IV.

En 1651, tras ser nombrado virrey de Cataluña, don Juan José de Austria comienza el asedio de Barcelona que se rendirá al año siguiente, aunque los enfrentamientos continúan hasta la Paz de los Pirineos de 1659.


PORTUGAL:


En diciembre de 1640, ante los problemas que les acarrea la Monarquía Hispánica, los portugueses detienen a Margarita de Austria y la escoltan a Castilla, declarando al duque de Braganza rey, Juan IV. En 1659, con el valido Luis de Haro, el ejército español trata de recuperar Portugal pero es derrotado en Elvas.


Además, se producen intentos de rebelión en otros territorios:


En Andalucía se descubre en 1641 una conspiración dirigida por el marqués de Ayamonte (a quien se ejecuta) y el duque de Medina-Sidonia (multado y desterrado).

En 1646 Aragón se producen intrigas similares (duque de Hijar)

En Nápoles y Sicilia hubo sublevaciones en 1647 que fueron sofocadas por el virrey don Juan José de Austria.

martes, 10 de noviembre de 2009

La Monarquía Hispánica de Felipe II

Nacido en 1527 fue duque de Milán desde 1550, rey de Nápoles desde 1553 y de Inglaterra desde 1554. Tras la abdicación de su padre en 1555 fue proclamado Soberano de los Países Bajos y Duque de Borgoña y al año siguiente de la Corona de los Reinos Hispánicos, Sicilia y las Indias.


Después de sus numerosos viajes se estableció definitivamente en la Península, designando a Madrid como capital en 1561. Desde esta y posteriormente desde el Real Sitio de El Escorial gobernaría un extenso imperio casi sin desplazarse, gracias al desarrollo de una importante burocracia.


Los años de reinado de Felipe II consolidaron la hegemonía hispánica en Europa. Además fue uno de los máximos impulsores de la Contrarreforma católica. Su reinado, pese a coincidir con un momento de máxima afluencia de metales preciosos de América, presentó graves problemas financieros, en 1557 se producía la primera bancarrota de la Hacienda. Esto fue debido a los enormes gastos militares a los que tuvo que hacer frente.


La política mediterránea

En esta área se encontró con un conflicto no resuelto con el Imperio otomano, especialmente con el corso magrebí. Tras la pérdida de Trípoli en 1551 y la derrota y pérdida de la isla de Djerba en 1560 los turcos se dispusieron al asalto de Malta en 1565. Asalto que fue rechazado gracias a la ayuda enviada desde Sicilia.


En 1570 nuevamente el Imperio otomano se lanzaba al ataque, en esta ocasión contra la isla veneciana de Chipe. Esto hizo que la República veneciana buscase el apoyo de otros Estados para frenar el avance turco. En 1571 se creaba la Liga Santa de la que además formaban parte los Estados Pontificios, la Monarquía Hispánica y Génova, entre otros. Ese año la armada de la Liga al mando de Don Juan de Austria, realmente de Álvaro de Bazán, derrotaba a los turcos en la batalla de Lepanto. Sin embargo no se explotó el éxito, en 1573 se ocupaba durante tan sólo un año Túnez. Finalmente ambos Imperios firmarían una serie de treguas que trajo una relativa calma al Mediterráneo a partir de 1580.


La revuelta de los Países Bajos

La sublevación de los Países Bajos tuvo unas motivaciones políticas, fiscales y fundamentalmente religiosas. El calvinismo se había propagado por diversas regiones de Flandes y su incorporación a la Monarquía hispánica les hacía sentirse como extranjeros, con un rey que no residía en su territorio.


Estaban gobernados desde 1559 por Margarita de Parma, hermana de Felipe II. Al conocer la decisión de aplicar los acuerdos del Concilio de Trento y la implantación de la Inquisición la baja nobleza se concentró en Bruselas el 5 de abril de 1566 en el palacio de la gobernadora (mendigos) solicitando más libertades.


El Príncipe de Orange, el Conde de Egmont y el Conde de Horn volvieron a pedir a Margarita de Parma más libertad. El 14 de agosto un grupo de calvinistas asaltó la principal iglesia de Saint-Omer. Le siguió una rebelión generalizada en Ypres, Courtrai, Valenciennes, Tournai y Amberes.


Felipe II optó por la fuerza. Se acordó mandar al Duque de Alba a sofocar las rebeliones. El 28 de agosto llegaba a Bruselas y efectuó una durísima represión (Tribunal de Tumultos) ajusticiando a los nobles rebeldes, Egmont y Horn fueron ejecutados en 1568.


Felipe II buscó soluciones más diplomáticas con los nombramientos de Luis de Requesens, Juan de Austria (Saqueo de Amberes y Furia española de 1576) y Alejandro Farnesio, que consiguió el sometimiento de las provincias católicas del sur en la Unión de Arras. Ante esto los protestantes formaron la Unión de Utrecht. Además en 1581, bajo el mando del príncipe Guillermo I de Orange, las provincias de Brabante, Güeldres, Zutphen, Holanda, Zelanda, Frisia, Malinas y Utrech proclamaron su independencia.


Antes de su muerte Felipe II cedió el territorio de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia y su yerno el archiduque Alberto de Austria en 1598.


Francia

A su llegada al trono el rey se encontró en guerra con Francia por el control de Italia, Guerra Habsburgo-Valois (1547 - 1559). Los franceses sufrieron dos severas derrotas en San Quintín en 1557 y Gravelinas en 1558, esto hizo que tuviesen que firmar la paz de Cateau-Cambresis donde además de acuerdos territoriales se acordó el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois, hermana de Enrique IV de Francia.


Esta fue una de las mayores victorias de Felipe II, ya que además Francia se sumió durante un periodo de casi 30 años en guerras de religión entre católicos y hugonotes, durante las cuales el monarca apoyó a los católicos encabezados por el duque de Guisa. Los tercios españoles llegaron a estar en París y se llegó a pensar en conseguir el trono francés para su hija Isabel Clara Eugenia.


Portugal

La incorporación de Portugal fue la culminación de un largo proceso con profundas raíces medievales, además se produjo gracias la política matrimonial desarrollada por los Reyes Católicos. A la muerte de Enrique I de Avís (enero de 1580) Felipe II se convirtió en el aspirante con más derechos al trono lusitano al ser hijo de Isabel de Portugal, primogénita de Manuel el Afortunado.


En realidad la crisis sucesoria se había producido con la muerte del rey Sebastián I. Este era hijo póstumo del príncipe Juan, heredero del trono, y de doña Juana, hija del emperador Carlos. Nació en 1554, en medio de una alegría del pueblo al alejar la posibilidad de la unión ibérica. A los 14 años fue declarado rey. De espíritu exaltado e idealista, se consideraba elegido por la providencia para realizar grandes hazañas en servicio de la fe. Estos ideales de raíz medieval le hicieron organizar una expedición a Marruecos en junio de 1578. En la batalla de Alcazarquivir, que tuvo lugar el 4 de agosto de 1578 el rey encontró la muerte, al igual que gran parte de la nobleza portuguesa. Los portugueses contabilizaron 7.000 muertos y cerca de 16.000 prisioneros.


La Corona pasó al anciano cardenal-infante don Enrique, hijo de Manuel el Afortunado y regente entre 1562 y 1568. Su avanzada edad presagiaba un pronto replanteamiento del problema sucesorio.


La situación en Portugal tampoco invitaba al optimismo. Desde mediados del siglo XVI se habían empezado a manifestar los primeros síntomas de paralización del crecimiento. Portugal adolecía de problemas estructurales en su comercio, el oro africano había dejado de reportar los beneficios anteriores, además el comercio con Oriente a través del Cabo hacía necesario el metal para equilibrar la balanza comercial. La derrota en Alcazarquivir supuso que a la aristocracia lusitana cautiva se la tuviese que rescatar mediante sumas fabulosas. Finalmente el Imperio portugués comenzaba a notar la intromisión de ingleses y holandeses, rivalizando e incluso expulsando a los marinos portugueses de algunas de sus rutas comerciales.


En la corte existía un bando procastellano, encabezado por Catalina de Austria, hermana de Carlos V y abuela de Sebastián I. La figura de Felipe II, tío del difunto rey y sobrino de Enrique I, se presentaba como una fuente de recursos financieros, a través de la Casa de Contratación de Sevilla y la llegada de plata americana, y sobre todo en el rey enérgico que se necesitaba en ese momento, expulsando a los enemigos comunes que interferían el comercio colonial y sofocando los conatos de rebeldía del pueblo llano. El gran rival de Felipe fue Antonio, prior de Crato, nieto de Manuel el Afortunado, pero por línea bastarda. Este había sido nombrado gobernador de Tánger en 1578 y acompañó al rey Sebastián en su aventura marroquí.


Felipe comenzó desde la muerte de Sebastián una intensa labor diplomática. El rey llamó a la Corte al cardenal Granvela, que ya había prestado buenos servicio a su padre el Emperador. Además pudo disponer el rey de un hábil negociador, Cristóbal de Moura, portugués pasado a España con el séquito de la reina Juana, viuda del príncipe Juan, madre de Sebastián y hermana de Felipe II. De Moura consiguió llegar a firmar un acuerdo con el rey-cardenal sobre las condiciones bajo las cuales Felipe II podría convertirse en soberano de Portugal.


Enrique murió el 31 de enero de 1580 y en su testamento no dejaba heredero, además el Consejo de regencia que asumió el gobierno a su muerte tampoco se atrevió a designar a Felipe. En esta situación de vacío de poder Antonio se autoproclamó rey de Portugal el 24 de julio en Samtarem. Se imponía el recurso de las armas. Por iniciativa de Granvela, Fernando Álvarez de Toledo, tercer duque de Alba, fue llamado para dirigir las tropas que invadirían Portugal, derrotando al rey Antonio en la batalla de Alcántara, cerca de Lisboa, el 25 de agosto. Además una flota formada en Cádiz y al mando de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz bloqueaba la desembocadura del Tajo. El episodio final se produjo en torno a las islas Azores. Antonio, con ayuda francesa, fue derrotado en 1582 en la batalla de la isla Terceira (Azores).


Felipe fue coronado rey de Portugal en las Cortes de Thomar celebradas abril de 1581. El rey se comprometía a respetar los fueros y privilegios del reino, además Portugal sería gobernado en ausencia del soberano por un virrey, portugués o de la familia real. Se procedería a la creación de un Consejo integrado por portugueses y se reservaba el comercio con sus propias colonias.


Esta anexión, que sólo duraría 60 años, supuso el mayor éxito del reinado de Felipe II. Con ella se lograba la unificación peninsular y la asociación de los imperios coloniales de mayores dimensiones. Parece ser que el rey desoyó el consejo del cardenal Ganvela de trasladas la capital de la monarquía a Lisboa, en un momento en que el principal eje geopolítico se alejaba del Mediterráneo para pasar al Atlántico. El rey abandonó Lisboa en 1583 para no regresar nunca más.


Inglaterra

Felipe II fue rey de Inglaterra entre 1554 y 1558 en virtud de su matrimonio con la reina María Tudor. A la muerte de esta subió al trono Isabel I que comenzó una dura política religiosa anti católica que llevaría a su separación de Roma y la creación de la Iglesia de Inglaterra. Su defensa del protestantismo la llevó a apoyar a los rebeldes holandeses en 1585. Al año siguiente ejecutaba a su prima Maria I de Escocia. Además favoreció la piratería, Drake, y el esclavismo, Hawkins.


El rey Felipe II proyectó la invasión de Inglaterra. Para ello contaba con el apoyo del papa, el cual había excomulgado a Isabel. Reunió a la casi totalidad de la flota en Portugal, eligiendo para mandarla a Don Álvaro de Bazán, sin embargo la muerte de este hizo que finalmente fuese designado el duque de Medina Sidonia. Debería navegar hasta Flandes y allí recoger a los tercios de Alejandro Farnesio. La Grande y Felicísima Armada (Armada invencible) no cumplió su objetivo y en el viaje de vuelta parte de ella fue desbaratada.


En 1589 Inglaterra organizó La Invencible Inglesa o Contraarmada. Los objetivos ingleses eran atacar y saquear las costas españolas y provocar y apoyar una insurrección en Portugal contra su rey, Felipe II de España. Drake atacó La Coruña, aunque no consiguió desembarcar ni saquearla, sufriendo los ingleses unas 12.000 bajas y la pérdida de 20 naves. Además fracasó también en iniciar la revuelta de los portugueses contra Felipe II y en ocupar alguna de las Islas Azores, viéndose obligado finalmente a batirse en retirada sin haber logrado ni uno solo de sus objetivos y habiendo sufrido unas tremendas pérdidas de hombres y barcos. Moriría en 1596 de disentería tras varios fracasos en las costas de la América española.


Política interior

Uno de los objetivos del rey fue el evitar la aparición de grupos reformados en los reinos peninsulares. Así los primeros núcleos protestantes se descubrieron en Sevilla y Valladolid en 1557-1558. La inquisición actuó muy diligentemente en la eliminación de los mismos, sobre todo teniendo en cuenta que era un momento de guerra de religión en Francia y de sublevaciones calvinistas en los Países Bajos.


Esto llevó a Felipe II al cierre de los reinos peninsulares, con medidas como la prohibición de importar libros desde 1558. Además en 1559 se publicó una lista de obras prohibidas, el Índice, que fueron sistemáticamente requisadas de las bibliotecas públicas y privadas. El mismo año mediante una pragmática se prohibía a los castellanos el estudiar o impartir docencia en universidades extranjeras, salvo en el Colegio español de Bolonia, Nápoles, Roma y Coimbra. En 1568 para los de la Corona de Aragón y en 1570 para los flamencos.


La Inquisición fue convertida en un instrumento de lucha contra la Reforma protestante. Esta no se detuvo ni siquiera ante la jerarquía eclesiástica. En 1559 el Santo Oficio detuvo al arzobispo de Toledo Bartolomé de Carranza, acusado de haber publicado afirmaciones heréticas. Aunque Carranza recibió el apoyo del concilio de Trento y del mismo papa no fue entregado a la jurisdicción romana hasta 1566. Tras un largo proceso el arzobispo fue absuelto en Roma en 1576, muriendo unos días después.


También fue procesado el monje agustino fray Luis de León, escritor y profesor universitario en Salamanca. Se le acusó de realizar afirmaciones heréticas en su Comentario al Cantar de los Cantares. Tras varios años de prisión fue absuelto. También los diputados de la Generalitat de Cataluña fueron detenidos a causa de su oposición a la introducción de un nuevo impuesto de raíz eclesiástica.


La historiografía tradicional considera que esta defensa del catolicismo e impermeabilización de los reinos hispánicos tuvo efectos nefastos, ya que supuso romper con el tronco cultural europeo, justo en el periodo en que se iniciaba la revolución científica.


Pero el principal acontecimiento de la intolerancia religiosa fue la sublevación de los moriscos. Un nuevo decreto de 1567 prohibió el uso de la lengua árabe y de los vestidos y costumbres tradicionales, éste fue aplicado de forma inmediata acompañada de una fuerte actuación inquisitorial. Entre 1568 y 1570 se produjo la segunda rebelión de las Alpujarras, se encargó a don Juan de Austria sofocarla. Seguida de una fuerte represión los moriscos granadinos fueron dispersados por otras regiones de Castilla.


El último problema a nivel interno fue la revuelta de Aragón de 1591-1592. Por su tradición foral, el reino de Aragón tenía amplias atribuciones políticas, entre ellas la obligación de que sus virreyes fuesen aragoneses. También destaca la figura del Justicia de Aragón, encargado de velar por la defensa de los fueros y libertades del reino. Tenía además, el derecho al fuero de manifestación, por el que podía retener en su propia prisión a los perseguidos por oficiales reales, hasta que se pronunciase sentencia.


En 1590 el ex secretario del real Antonio Pérez, que estaba encarcelado desde 1579 por el asesinato del también secretario Juan de Escobedo, logró huir de la cárcel y pasar a Aragón amparándose en sus antecedentes aragoneses. Felipe II recurrió a la Inquisición, pero el intento de entregar a Pérez a la prisión inquisitorial provocó un motín popular en Zaragoza en mayo de 1591. Lo mismo ocurrió cuatro meses más tarde con el agravante de la liberación del reo. Finalmente un ejército real entró en Aragón en octubre de ese mismo año. El Justicia, Juan de Lanuza, fue ejecutado. Las Cortes aragonesas reunidas en 1592 tuvieron que aceptar una reducción de las atribuciones forales.

viernes, 30 de octubre de 2009

El Descubrimiento de América

Causas del descubrimiento

En primer lugar hay que destacar una serie de factores técnicos como la mejora de la cartografía, los instrumentos de navegación como la brújula y el astrolabio y la mejora en la construcción naval con la aparición de la nao y la carabela.

Entre las causas económicas hay que señalar la necesidad de buscar una nueva ruta hacia las Indias (ruta de las Seda), debido a que con la conquista de Constantinopla en 1453 los turcos acaparaban la llegada de productos orientales de lujo como la seda o las especias.

Por último están los factores políticos e ideológicos. El fin de la Reconquista produjo un ambiente de euforia sobre todo en Castilla que rivalizaba con Portugal como nueva potencia atlántica. Además, la cultura humanística impulsaba la curiosidad científica y los reyes favorecían las exploraciones cartográficas.

El descubrimiento

La figura fundamental será Cristóbal Colón, marinero de discutido origen genovés, llegado a Portugal en 1476. Presentó su proyecto de llegar a Catay (China) entre 1483 y 1485 al rey Juan II de Portugal que lo desestimó. Lo cierto es que parece que debía haber algún tipo de pre-descubrimiento o noticia de las tierras del oeste, bien por los relatos de la antigua presencia vikinga en América (Terranova y Groenlandia), bien por alguna expedición o descubrimiento accidental portugués o bien como apunta Gavin Menzies por una gran expedición china que tuvo lugar en 1421.

Colón se trasladó a Castilla llegando a Palos de La Frontera en 1485 y entrando en contacto con los monjes franciscanos del monasterio de La Rábida, que le acercaron a la Corona. Su proyecto estudiado por una Junta fue desestimado por dos veces. Mientras tanto el portugués Bartolomé Dias doblaba por fin el Cabo de Buena Esperanza en 1488.

Gracias al apoyo entre otros del duque de Medinaceli consiguió una nueva entrevista con los reyes y firmar las capitulaciones de Santa Fe el 17 de abril de 1492. En ellas Colón recibía entre otras prerrogativas: el título de Almirante en todas las islas y tierras «que por su mano e yndustria se descubrieran o ganaran», el título de Virrey y Gobernador General de todas las tierras que descubriese, con la facultad de proponer ternas de candidatos a la elección real para cubrir todos los cargos de gobierno que debieran nombrarse en dichas tierras o la décima parte de todas las riquezas que se descubriesen y la misma proporción de los beneficios del comercio en los límites del Almirantazgo.

Entre los documentos expedidos por los Reyes Católicos el 30 de abril de 1492 sobresale una provisión dirigida a los vecinos de Palos de la Frontera, que les ordenaba servir con dos carabelas durante doce meses, en virtud de unas penas impuestas con autoridad. El costo de la expedición fue estimado en 2.000.000 de maravedíes, más el sueldo de Colón. En contra de la idea popular de que fue sufragado por «las joyas de Isabel la Católica», la mitad de dicho dinero lo prestó Luís de Santángel con fondos de la Santa Hermandad, la cuarta parte la aportó el mismo Colón -que los pidió prestados-, y la cantidad restante probablemente la derramaron banqueros y mercaderes italianos residentes en Andalucía.

Fue Martín Alonso Pinzón quien contrató los barcos. La expedición partió con tres barcos, dos carabelas y una nao: una flota de configuración similar a la utilizada por Bartolomé Dias en 1487-1488. La nao era La Santa María, propiedad de Juan de la Cosa, natural de Santoña, pero vecino del Puerto de Santa María. La carabela de menor tonelaje era La Niña, propiedad de Juan Niño, vecino de Moguer, y la pagaron los vecinos de Palos. La Pinta era de Cristóbal Quintero, vecino de Palos, y probablemente fue requisada, pues su dueño iba en el viaje «de mala voluntad». La tripulación apenas excedía los 100 hombres.

La expedición partió de Palos el 3 de agosto de 1492 y el jueves 6 de septiembre, los expedicionarios partieron desde La Gomera hacia lo desconocido. La noche del 11 al 12 de octubre a las dos de la madrugada, Rodrigo de Triana, dio la voz de «tierra»: una isla del archipiélago de las Bahamas, que bautizó con el nombre de San Salvador (Guanahaní, actual isla Watling) la travesía habría durado 34 días. Tras esta primera toma de contacto con las tierras del Nuevo Mundo, la expedición se dedicó a explorar la zona. Y a partir del día 14 descubrió cuatro nuevas islas que Colón bautizó con nombres religiosos y políticos: Santa María de la Concepción (actualmente Cayo Rum), la Fernandina (Long), Isabela (Crooked) y Juana (Cuba)

Primero Martín Alonso Pinzón, y poco después el propio Colón arribaron a Haití, a la que éste bautizó como La Española. Sin embargo, los planes de Colón se vieron profundamente alterados el día de Navidad, por un lamentable accidente La Santa María encalló y fue imposible recuperarla, como en La Niña no había espacio para los tripulantes Colón hubo de tomar una importante decisión: fundó la primera colonia en tierras del Nuevo Mundo, el Fuerte de Navidad, donde quedaron 39 hombres al mando de Diego de Arana. El 16 de enero la expedición emprendió la travesía de vuelta.

Colón acabó llegando el 4 de marzo a Lisboa, ciudad en la que finalmente se vio obligado a entrar. Allí se entrevistó con Juan II quien, con amenazas y promesas, trató de beneficiarse del descubrimiento. El 15 de marzo entró en Palos e informó a los Reyes Católicos en Barcelona, a finales de abril.

Los viajes menores y los acuerdos con Portugal

Rápidamente los Reyes Católicos solicitaron del papa que confirmara su soberanía sobre las tierras descubiertas. La bula Inter Caetera, de mayo de 1493, entregaba a Castilla el derecho a tales tierras y a las que se descubriesen, a partir de un meridiano a 100 leguas al oeste de las Azores. Sin embargo, la protesta portuguesa hizo que en 1494 se firmase el acuerdo de Tordesillas modificando la línea a 300 leguas, lo cual incluía Brasil.

En el segundo viaje acabaron embarcando más de 1.200 hombres en un total de 17 buques, de los cuales 14 eran carabelas y 3 naos dejando las Canarias el 13 de octubre de 1493. Tras llegar a la isla Deseada, la expedición recorrió casi todo el arco de las Antillas Menores hasta Puerto Rico y el 22 de noviembre llegó a La Española. Para comprobar que el Fuerte de Navidad había sido arrasado y que toda su guarnición había perecido. El 6 de enero de 1494, fundó el primer asentamiento en el Nuevo Mundo, bautizado como La Isabela, al norte de la actual República Dominicana.

Mientras tanto el 8 de julio de 1497 partió de Lisboa Vasco de Gama con el objetivo de llegar a la India circunnavegando África, cosa que consiguió el 17 de abril de 1498 al avistar Calicut, regresando a Lisboa en 1499. Ese mismo año una flota portuguesa reconocía las costas de Brasil y en 1500 el italiano Américo Vespucci reconocía la costa sur. Su nombre fue puesto por un cartógrafo lorenés, Martin Waldseemüller, en 1507 para designar un nuevo continente.

Se produjo un tercer viaje iniciando la singladura el 30 de mayo de 1498 desde Sanlúcar de Barrameda. Pero la situación de los colonos se había complicado tanto que los monarcas decidieron nombrar como juez a Francisco de Bovadilla, comendador de Calatrava, quien todavía tardó algún tiempo en iniciar un viaje que le llevó a Santo Domingo el 24 de agosto de 1500.

A su llegada, Bovadilla destituyó a Colón y a sus hermanos de sus cargos. Confiscó todos los bienes del descubridor y le sometió a proceso sin darle posibilidad de defenderse, acusándole de tiranía y malos tratos contra los colonos. Finalmente fueron embarcados hacia Castilla, cargados de grilletes. Los Reyes Católicos desautorizaron semejantes medidas y la dureza utilizada contra Colón. Decidieron destituir a Bovadilla, pero aprovecharon la coyuntura para retirarle a Colón la mayor parte de sus prerrogativas.

Colón empezó a preparar la expedición para su cuarto y último viaje en octubre de 1501. Contó con cuatro carabelas y unos 140 tripulantes, que salieron de Sevilla el 13 de abril de 1502 y tocaron tierra al otro lado del Atlántico el 15 de junio siguiente. El viaje fue el más azaroso de todos y a su regreso no volvería a cruzar el Atlántico. El Almirante vivió sus últimos días en una situación precaria, hasta que murió en Valladolid el 20 de mayo de 1506 en Valladolid.

América bajo el control de la Corona

Desde 1502 el estado comenzó a nombrar gobernadores y pasó a controlar directamente el nuevo territorio. Desde Santo Domingo partirán casi todas las expediciones hacia Tierra Firme en los años siguientes.

En 1503 se estableció en Sevilla la Casa de Contratación, organismo múltiple encargado de todo lo referente a América. Era aduana, almacén para preparar las naves, casa de control de emigrantes, escuela de pilotos, centro de cartografía, depósito de mercancías e institución encargada de recaudar el quinto real, el 20% de los beneficios de comercio americano, que iban a parar a las arcas reales. Todas las expediciones hacia América debían partir obligatoriamente de Sevilla, elegida por su tradición comercial y por ser puerto seguro, dad su situación interior.

Los colonos, en su mayoría andaluces, extremeños y vascos, comenzaron a ser seleccionados por la Casa de Contratación. Recibían tierras, y se les entregaba un grupo de indios, encomienda, teóricamente para ser evangelizados a trabajos e instruidos, pero que en la práctica fueron obligados a trabajos forzosos. El trabajo, la brutal modificación de sus formas de vida, pero sobre todo las enfermedades traídas por los europeos produjeron una auténtica hecatombe. Sólo a partir de 1511 gracias a las denuncias de los monjes dominicos, como fray Bartolomé de las Casas, se mejoró su situación. En 1512 las Leyes de Burgos proclamaban la libertad de los indios, pero los abusos y las denuncias siguieron sucediéndose.

El mapa de América quedó completado entre 1508 y 1516; Alonso de Ojeda reconoció la costa venezolana y Diego Ponce de León exploró La Florida. En 1515 Vasco Núñez de Balboa partiendo de Darién atravesó el istmo de Panamá descubriendo el océano Pacífico.

viernes, 16 de octubre de 2009

Los Reyes Católicos: la unión dinástica y la Integración de las Coronas de Castilla y de Aragón.

La unión política

Algunos historiadores consideran a los reyes católicos como los “forjadores de la unidad nacional”, mientras que otra corriente historiográfica rechaza esta afirmación al entender que no se trató de la unión de las dos coronas, sino de una yuxtaposición de Estados.

Evidentemente Fernando e Isabel tuvieron un proyecto político tendente a la unificación política de ambos Estados, desaparecería la España de los cinco reinos e incluso durante un tiempo ambas coronas tuvieron un único gobernante, Fernando (1506-1516)

La situación política en Castilla era muy complicada, un rey débil como Enrique IV y una heredera como Juana la Beltraneja en manos de una nobleza cada vez más poderosa. En esas circunstancias Isabel, hermana de Enrique, negoció en secreto su matrimonio con Fernando de Aragón, en ese momento rey de Sicilia y futuro heredero de Juan II, además de ser su primo. Finalmente se casaban en 1469.

A la muerte de Enrique en 1474 comenzaba una guerra civil entre Isabel apoyada por parte de la nobleza, villas del Duero y el Tajo y su esposo, es decir, Aragón. Se enfrentaban a Juana, prometida del rey de Portugal Alfonso V, y las tropas francesas y portuguesas. La guerra terminaba en 1479 con la victoria de Isabel y el Tratado de Alcaçovas. Ese mismo año moría Juan II y Fernando se convertía en rey de Aragón.

Los dos Estados presentaban grandes diferencias. La Corona de Castilla tenía una estructura política unitaria, sin embargo, la Corona de Aragón era una federación de Estados. Los reyes aceptaron esa pluralidad de territorios aunque evidentemente se impuso Castilla por su mayor peso demográfico, 6 millones de habitantes por apenas unos 800.000, y geográfico 385.000 m2 por 110.000.

Algunos historiadores hablan de una unión personal, “Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Desde su matrimonio Isabel otorgaba a Fernando una amplia participación en el Gobierno de Castilla, posteriormente confirmada en la Concordia de Segovia de 1475, en la cual se le reconocía como rey de Castilla con las mismas prerrogativas (Fernando V), situación que se mantuvo hasta 1504. Sólo se reservaba la Reina los derechos sucesorios. Fernando haría lo mismo en 1481 en sus Estados con Isabel.

Aragón y Castilla mantuvieron sus fronteras, leyes, instituciones y particularidades. Nunca hubo un intento de fusionas las dos Coronas. Los reyes residirían en Castilla, aunque sin fijar una Corte estable sintieron predilección por Granada. Por su parte Fernando nombró un lugarteniente (virrey) que le representase en sus Estados patrimoniales. El ejército de los reyes actuó en asuntos que afectaban a ambas coronas y la política internacional se orientó a unir fuerzas. La única institución común fue el Tribunal del Santo Oficio creado en 1478.

La unión territorial

Granada

En 1481 comenzó una nueva guerra contra el reino nazarí de Granada que culminaría con su anexión a Castilla el 2 de enero de 1492. Esta sería la primera empresa conjunta de los reyes y para ello se utilizaron los recursos conjuntos de ambos Estados.

Fue una guerra especialmente dura, por ejemplo toda la población de Málaga fue vendida como esclavos al ocupar las tropas cristianas la ciudad. Finalmente el último de los reyes musulmanes de España negoció la rendición de la capital, Boabdil entregó las llaves de la ciudad tras firmar un pacto que respetaría la hacienda, vida, religión, leyes y costumbres de la población musulmana.

Como consecuencia de esta conquista el papa Alejandro VI, el valenciano Rodrigo de Borja, concedió el título de Católicos a los reyes en 1494.

Navarra

Fue ocupada en 1512 como consecuencias de las guerras de Italia entre Fernando, rey de Aragón y regente de Castilla, y el rey de Francia Luis XII, aliado de los reyes de Navarra Catalina de Foix y Juan de Albret.

A consecuencia de la negativa de estos a dejar paso a las tropas de Fernando y a la excomunión que pesaba sobre ellos, decretada por Julio II, este dio la orden de invadir el reino. Las tropas estuvieron dirigidas por el duque de Alba y contaron con el apoyo de una parte de la nobleza navarra, los beamonteses. Todo el territorio del reino al Sur de los Pirineos quedó en manos de Fernando. En 1513, las Cortes de Navarra, sólo con la asistencia de beamonteses, nombraron a Fernando el Católico rey de Navarra. En 1515 las Cortes Castellanas reunidas en Burgos proclamaron la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla, aunque esta mantuvo sus propias Cortes, fueros, leyes y costumbres.

La unión religiosa

A raíz del asalto a las juderías de finales del siglo XIV muchos judíos se habían convertido al cristianismo. En 1478 en la visita que realizaron los reyes a Sevilla pudieron ver la tensión existente, los conversos eran acusados de judaizar. Ese mismo año obtenían del papa Sixto IV el permiso para nombrar inquisidores en Andalucía, aunque este tribunal existió en Aragón desde 1242 fue en 1483 cuando se introdujo definitivamente en la Corona y en 1487 en Barcelona. Los inquisidores generales eran nombrados por los monarcas y fue un tribunal que siempre estuvo bajo su dirección.

Pese a la persecución, condenas (sanbenitos) y ejecuciones (autos de fe) se tomó una medida más drástica, esta fue la definitiva expulsión de los judíos de todos los territorios bajo su Gobierno en 1492, salvo conversión. Se calcula en unas 100.000 personas las expulsadas que formarán el pueblo sefardí.

El otro problema religioso era el representado por los mudéjares, especialmente en el reino de Granada. El nuevo arzobispo, Fray Hernando de Talavera, intentó una conversión pacífica, con unos malos resultados. Es por eso que en 1499 se nombra a Francisco Jiménez de Cisneros como nuevo responsable de la conversión. Sus métodos originaron una revuelta en el Albaicín en 1501 que se extendería a las Alpujarras. Fue sofocada al año siguiente pero con esta revuelta los Reyes entendían rotos los pactos de 1492 y se obligó a los mudéjares a la conversión o al exilio. La mayoría optó por la conversión pasando a denominarse moriscos.

viernes, 9 de octubre de 2009

IV CONGRESO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LA DEFENSA Fuerzas Armadas y políticas de Defensa durante el franquismo


A setenta años del comienzo del régimen franquista, el más extenso periodo de la España del siglo XX ha sido analizado por la historiografía desde las más variadas perspectivas. A pesar del papel fundamental desempeñado, configurándose como un importante baluarte del franquismo, las Fuerzas Armadas no han sido estudiadas en profundidad, en sus niveles institucional, organizativo y operativo.En la medida en que la vinculación de las FAS con el dictador transcendió la lealtad institucional, su configuración estuvo en relación directa con el peso social y político que les otorgó el dictador. De igual forma, al no existir ningún conflicto directo, la actuación fundamental de la institución castrense estuvo más focalizada en el escenario interior. El IV Congreso de Historia de la Defensa propone abordar los principales rasgos distintivos de las Fuerza Armadas durante el franquismo, con el fin de analizar sus planteamientos doctrinales, evolución orgánica, operativa y misiones, la influencia de la vinculación a Estados Unidos, las prácticas corporativas o su imagen social, entre otros aspectos. Elementos que permitirán profundizar en el conocimiento de la Historia de las FAS y del mismo período franquista, analizando las relaciones entre los tres Ejércitos y de éstos con el conjunto de la Administración del Estado, determinando la existencia de unas propias políticas de Defensa o la extensión de la autonomía militar a nivel de diseño político.

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miércoles, 7 de octubre de 2009

La expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.

Jaime I el Conquistador tras el fracaso de Muret en 1213, donde murió Pedro II, procedió a terminar el proceso de Reconquista. Se ocupó Mallorca en 1229, Ibiza en 1235 y Valencia en 1238.


Sicilia

En Palermo estalló una revuelta contra el gobierno de los Anjou el 30 de marzo de 1282, Vísperas sicilianas. La nobleza siciliana ofreció la corona a Pedro III el Grande, el cual tras desembarcar en Trapani en agosto se adueñó de la isla en pocos días. En 1283 Roger de Llúria ocupaba la isla de Malta y las tunecinas de Djerba y Querquena en 1284, obligando además al sultán a pagar un tributo anual de 33.333 besantes de oro y a tener a su servicio un destacamento de soldados aragoneses. Además las tropas francesas de Carlos de Anjou, príncipe de Salerno, eran derrotadas en el Sur de Italia (Nápoles 1284) El rey de Francia Felipe organizó desde Navarra, donde reinaba su hijo, una ofensiva sobre Cataluña en 1285 pero la resistencia de Gerona y la derrota naval en el golfo de Rosas obligaron a la retirada francesa. Ese mismo año moría Pedro II repartiendo sus posesiones entre sus hijos Alfonso, Cataluña, Aragón y Valencia, y a Jaime le legaba Sicilia.


Alfonso se mantuvo en guerra, aunque recurriendo cada vez más a la diplomacia, moría en 1291, el mismo año en que firmaba un acuerdo de paz con Francia y el papado. Jaime heredaba sus territorios, pero contrariamente a lo dispuesto en el testamento retenía Sicilia y la guerra continuaba. En 1295 por el tratado de Anagni cedía el gobierno de la isla la Santa Sede, a cambio de Córcega y Cerdeña. Sin embargo, los sicilianos elegían a su hermano Federico con rey y continuaban la lucha. Finalmente se estableció una dinastía de la casa de Aragón en Sicilia hasta 1409 fecha en que volvería a integrarse a la corona Aragonesa con Martín II el Humano.


Cerdeña

Jaime II no ejerció de forma inmediata sus derechos. No fue hasta 1323-1324 cuando un ejército aragonés al mando del futuro rey Alfonso IV, con ayuda siciliana, se hizo con el dominio de la isla. Estaba dividida en cinco estados y gobernaba en uno de ellos desde finales del siglo XIII la familia de los vizcondes de Bas, de origen catalán. Esto supuso una guerra con pisanos y genoveses, potencias marítimas del Mediterráneo que terminó con la victoria aragonesa.


Norte de África

En 1291 se firmo con Castilla el acuerdo de Monteagudo, delimitando las áreas de influencia de ambos estados en el Norte de África. No fue una conquista militar propiamente dicha, sino la consecución de una serie de ventajas económicas y comerciales otorgadas por los sultanes de Marruecos, Temecén e Ifriqiyya, además de una cierta protección militar e intervención en asuntos internos por parte aragonesa.


Mediterráneo Oriental

En 1269 Pedro el Grande proyectó un frustrado intento de expedición a Palestina.


En 1302 tras la paz en Sicilia (paz de Caltabellota) dejó a los almogavares sin ocupación, estas eran tropas de mercenarios reclutados en los reinos cristianos peninsulares. Roger de Flor, uno de sus capitanes, llegó a un acuerdo con Andrónico II, emperador bizantino, para que la Gran Compañía de los Almogavares prestase sus servicios al Imperio. Con 36 galeras y unos 6.000 hombres llegó a Constantinopla en 1303, tras derrotar sucesivamente a los turcos en Anatolia y recibir varios contingentes de refuerzo se establecieron en Gallipoli (1304) Las desmesuradas pretensiones del megaduque y cesar, Roger de Flor, llevaron a Miguel IX a su asesinato y al de varios de sus capitanes en 1305.


Como represalias los almogavares devastaron gran parte del Imperio, sobre todo Tracia (Venjança catalana) Macedonia, Focea y en 1310 derrotaban al duque de Atenas en Cesifo. Se iniciaba así el dominio del ducado de Atenas. Roger Deslaur, elegido canciller de la compañía, reconoció la autoridad de los reyes de Sicilia. En 1318 tras la conquista de Tesalia se creó el ducado de Neopatria, unido al de Atenas. No fue hasta 1380 cuando la “Grecia catalana” se incorporó formalmente a la Corona de Aragón. En 1388 una compañía navarra devastaba Grecia y tomaba la Acrópolis y en 1390 se perdía Neopatria a manos florentinas terminando así la existencia de estos ducados.


Nápoles

Alfonso V el Magnánimo llevó a cabo una agresiva política exterior. Tomó Calvi en Córcega en 1420, destruyó Marsella en 1427 y desde 1421 lucho por ocupar el trono de Nápoles en rivalidad con Génova, Venecia, Florencia, el papado, Milán y los Anjou.


La reina Juana II de Nápoles le adoptó como hijo y heredero, y además le nombraba regente tras la ayuda aragonesa en 1421 que permitió levantar el sitio de la ciudad. Tras una larga guerra entró triunfante en la ciudad en 1443, donde fijó su residencia hasta su muerte en 1458. A su muerte se establecería una dinastía aragonesa hasta 1504 que fue conquistada por Fernando el Católico.

martes, 6 de octubre de 2009

Los pueblos prerromanos

Tartessos: tiene una cultura mítica de la cual hay referencias escritas en la Biblia (Tarshish). Dos reyes míticos Gárgoris y Habidis, fueron quienes les enseñaron la agricultura, la apicultura y establecieron las leyes. Se trató de un pueblo con base agropecuaria, con un gran desarrollo en la minería y el comercio, sobre todo con los griegos focenses. Se encontraba en Andalucía, principalmente en el Valle del Guadalquivir, dominó los enclaves mineros de Riotinto y Sierra Morena, extendió su influencia hasta el cabo de la Nao y estableció relaciones comerciales tanto con fenicios como con griegos. Argantonio (?, h. 670 a.C. - ?, h. 550 a.C.) fue el último rey tartésico, único del que se tienen referencias históricas. Debido a su longevidad, hay historiadores que piensan que podría tratarse no de un rey sino de una dinastía ya que se le atribuyen tesoros con unos 300 años de diferencia. A finales del siglo VI a.C. fue destruida por los cartagineses dentro de su política expansiva por dominar la ruta de los metales. La excavación arqueológica más importante esta en Carambolo, junto a Sevilla.


Los Iberos: eran descendientes de los pobladores neolíticos de la zona levantina. Estaban agrupados en tribus independientes unas de otras, hablaban variantes de una lengua pre-indoeuropea y desarrollaron una misma cultura desde Andalucía hasta Cataluña. Conocieron la escritura y convivieron con los romanos hasta que estos les otorgaron la ciudadanía en el año 212 d.C. Algunos pueblos iberos son los turdetanos, edetanos, ilergetes, indigertes o laietanos.


Su economía tenía una base agrícola, aunque en algunas zonas del Sur era importante la minería como en la región de Cartago Nova. La agricultura estaba basada en la plantación de cereales, vid y olivo.

Dentro de la sociedad existía una diferencia entre las ciudades de la costa y las interiores. Las ciudades costeras tenían una clase dirigente que poseía el poder económico y por lo tanto también el político, similar a la cultura griega con ciudades-estado divididas por riqueza y con la asamblea como gobierno y magistrados. Las ciudades del interior conservaban un gobierno similar al monárquico. Las ciudades más importantes poseían gran extensión.


Las ciudades estaban amuralladas, situadas en alto, calles rectas y paralelas entre si, con las casas adosadas de base cuadrangular. Las más importantes son las ciudades de Ullastret, Azalia y Cástulo. Otras eran Saiti y Cosse, donde se han encontrado monedas acuñadas en dichas ciudades. No se han encontrado templos, pero si santuarios con gran cantidad de figurillas y exvotos como el Cerro de los Santos (Jaén) estas figuras de pequeño tamaño representan guerreros a pie o caballo con sus armas (falcata) y casco. Con influencia fenicia y griega cabe destacar la “Bicha de Balazote”, la “Dama de Elche” y la “Dama de Baza”.


Los Celtiberos: se dio gracias a la superposición de las culturas de los celtas y los iberos, cuya ciudad más famosa es Numancia, Clunia o Uxama. Arevacos, belos y lusones etc.


Los Celtas: llegaron en dos oleadas en los siglos IX y VI a.C. Los celtas eran indoeuropeos y procedían de Centro-Europa. Conocían el arado, aportaron su lengua, una agricultura de secano, una ganadería bastante desarrollada y extendieron el uso del hierro. Los primeros se asentaron en los valles del Duero, el Jalón y el Ebro. Dentro de los celtas destacan los lusitanos, los vacceos y los carpetanos. Destacan los berracos y los Toros de guisando.


Pueblos de la franja cantábrica: donde destacan los galaicos, los astures, los cántabros y los vascones. Todos tenían unas culturas más atrasadas que las del resto de la Península. La propiedad de la tierra, el trabajo y la producción era comunal. La división del trabajo era mínima y no parece que existiera la esclavitud ni el uso de moneda. Se organizaban en clanes o tribus donde las asambleas populares dieron paso a consejos de ancianos o notables y en caso de guerra se elegía un jefe. Formaría parte de ellos la cultura de los castros, como los de Coaña o Santa Tecla.

lunes, 5 de octubre de 2009

El siglo XIX ya tiene su lugar en el Museo del Prado

El Museo del Prado pone fin al "éxodo" y al "destierro" al que han estado sometidas las obras del siglo XIX para devolverlas a su casa de forma definitiva, gracias a la apertura de 12 nuevas salas que permitirán recorrer, por primera vez, la historia del arte español desde el Románico hasta los maestros del siglo XIX.

Desde el último Goya hasta Sorolla, la colección denominada como "la otra ampliación" se prolonga en 12 salas y 176 obras de las colecciones del siglo XIX —154 pinturas, 21 esculturas y una maqueta— que permiten incorporar definitivamente a la pinacoteca las obras de los maestros del ochocientos junto los grandes artistas del pasado.

La ampliación de la colección supone, en palabras del director del Prado, Miguel Zugaza, la "definitiva puesta en escena del siglo XIX" y el "reencuentro" del museo con la historia para situarlo a las puertas del siglo XX.

Esta colección del siglo XIX, presente en el Prado desde su inauguración en 1819, ubicado en el Edificio Villanueva de la pinacoteca, se presenta cronológicamente y en función de diferentes tendencias y géneros que se sucedieron a lo largo del siglo.

La ampliación de la colección supone, en palabras del director del Prado, Miguel Zugaza, la "definitiva puesta en escena del siglo XIX" y el "reencuentro" del museo con la historia para situarlo a las puertas del siglo XX.

"Este es un momento muy oportuno para mirar con intensidad lo que tenemos y no perpetuarnos en lamentar lo que no tenemos", ha señalado Zugaza en la presentación de las nuevas salas que mañana [martes] se abrirán al público y que suponen un incremento del 20% de las obras expuestas hasta el momento.

El director adjunto de conservación del Prado, Gabriele Finaldi, ha destacado la importancia de esta colección, que "se asienta ya en su casa" y recupera un capítulo importante de la historia del arte pues la escuela del XIX es "rica, variada, valiente y con un marcado carácter internacional".

Por su parte, el jefe de conservación de la pintura del siglo XIX, José Luis Díez, ha recordado las idas y venidas de las obras del siglo XIX en el Prado, desde su primera salida en 1896, su posterior regreso en los años setenta al Casón del Buen Retiro, hasta la última exposición el año pasado de una selección de obras que regresaban a las salas de la pinacoteca después de 12 años "guardadas".

"Estamos ante una fecha histórica que todos los manuales de historia del arte tendrán que reflejar", ha afirmado Díez, quien ha subrayado que esta ampliación "afectará a la propia historia del arte y cambiará la propia museística".

La colección del siglo XIX, presente en el Prado desde su inauguración en 1819 y ubicada en el Edificio Villanueva de la pinacoteca, se presenta cronológicamente y en función de diferentes tendencias y géneros que se sucedieron a lo largo del siglo.

El recorrido arranca en la galería central de la planta baja con las últimas obras neoclásicas de Francisco de Goya como la 'Marquesa de Villafranca' o la 'Marquesa de Santa Cruz' para adentrarse en el ochocientos con pinturas de Federico de Madrazo, Antonio María Esquivel, Eduardo Rosales o Fortuny y Rico, y concluir con Joaquín Sorolla.

Una escuela con señas de identidad "muy potentes y que pueden entrar en liza con otras escuelas europeas", ha asegurado José Luis Díez, tras lo cual se ha mostrado convencido de que las pinturas se ven "mejor que nunca y se exponen con absoluta naturalidad".

La ampliación de la colección del Prado incluye la denominada "sala de presentación de colecciones", una sala de estudio o carácter temático que permitirá, a través de una instalación temporal, mostrar periódicamente conjuntos de obras que no se han seleccionado entre los fondos integrados en el nuevo recorrido y que se inaugura con la exposición de los mejores paisajes que conserva la pinacoteca de Aureliano de Beruete y Moret.

La escultura también ocupa un espacio importante en las nuevas salas con nombres indispensables del siglo XIX como José Álvarez Cubero, Agustín Querol o Antonio Cánova. En el año 2012 el museo del Prado contará con el catálogo general del siglo XIX.

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jueves, 17 de septiembre de 2009

YO SOLO

Tras la victoria estadounidense en Yorktown (1781) se celebraba un desfile militar. En cabeza junto a George Washington cabalgaba un marino malagueño ¿Pero quién era este hombre y sobre todo qué méritos había hecho para ostentar tal privilegio?


Don Bernardo de Gálvez


Don Bernardo de Gálvez era hijo del general Matías de Gálvez, estudió la carrera militar en Ávila y tras graduarse participó en la guerra con Portugal, luego combatió a los apaches en Nueva España donde fue herido y tomó parte en la expedición a Argel donde tras ser herido ascendió a teniente coronel. Al estallar la guerra de la independencia de los Estados Unidos se encontraba al mando del regimiento fijo de Luisiana (1777). Al año siguiente fundó la actual Galveston, al Sur de Tajas, y en 1779, antes de iniciarse la guerra con el Reino Unido les arrebataba los fuertes de Manchac, sin lamentar ni una sola baja, y Baton Rouge. Ese mismo año tomaba por sorpresa los puertos británicos del Missisipi, por lo que fue ascendido a mariscal de campo, con tan sólo 33 años. Sin embargo, la hazaña que le hará más famoso será la toma de la ciudad de Pensacola en 1781, en Florida. Como recompensa a su audacia en 1783 tras regresar a España el rey Carlos III le nombró vizconde de Galveston y conde de Gálvez, además le concedió el derecho de llevar en su escudo nobiliario la leyenda “YO SOLO” y añadir al bergantín Galveztown en el mismo. Veamos como se ganó tales privilegios.


El Reino Unido y España entraban en guerra el 16 de junio de 1779, decidida esta última a ayudar a los rebeldes americanos y recuperar las posesiones perdidas en la paz de Paris de 1763. En 1780 don Bernardo tomaba Mobile, donde se rendían 300 soldados ingleses. Tras ello planeó la conquista de Pensacola, enclave estratégico para el control de la parte norte del Golfo de Méjico. Un primer intento fue desbaratado por una fuerte tempestad, apenas dos días después de salir del puerto de La Habana. Lejos de desanimarse decidió preparar una segunda expedición que zarparía con 1.300 soldados, el 13 de febrero de 1781, llegando a las inmediaciones de Pensacola nueve días después.


Los primeros combates se produjeron en la isla de Santa Rosa, que defendía la entrada a la bahía, donde pusieron en fuga a dos fragatas enemigas, pero cuando el navío San Ramón, buque insignia del jefe de la escuadra José Calvo de Irazábal, intenta forzar la entrada de la bahía embarranca parcialmente en un banco de arena. Después de trabajar toda la noche para recuperarlo don Bernardo aconseja un nuevo ataque prescindiendo de este buque, produciéndose una fuerte discusión entre ambos. Ante tal circunstancia y tras la negativa del resto de la flota de seguir sus órdenes don Bernardo de Gálvez decide dirigirse él sólo con el Galveztown a forzar el paso frente al fuerte de San Carlos que defiende Pensacola. Antes de zarpar le dirige una carta a Calvo de Irazábal junto a un curioso regalo: Una bala de treinta y dos recogida en el campamento, que conduzco y presento, es de las que reparte el fuerte de la entrada. El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante con el Galveztown para quitarle el miedo.



Mapa de la bahía de Pensacola


Y así en solitario forzó el paso a la bahía, el resto de la flota, probablemente muertos de vergüenza decidieron seguirle, dejando completamente solo al San Román, con Calvo Irazábal abordo.El 9 de mayo 1781 tras dos meses de asedio se rendía el general John Campbell, junto a 1.113 soldados británicos, 123 cañones, 4 morteros y 6 obuses, además de varias banderas y abundante material. Por su parte las tropas españolas contabilizaron tan solo 74 muertos y 198 heridos.


Pintura del U.S. Army Center for Military History, que representa el momento del combate final, con los granaderos españoles al frente junto con los milicianos de La Habana entrando en Fort George.


Terminada la guerra, en 1783, don Bernardo fue nombrado virrey de Nueva España en 1784, sin embargo moriría de fiebres el 30 de noviembre de 1786 con tan sólo 40 años. Hoy en día sus restos reposan el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz)